jueves, marzo 10, 2005

Delirios de Inocencia


Entre paginas blancas se esconden los sueños. Siguiendo la estela del aroma de azahar me encontré con uno de ellos que, llorando con lagrimas púrpuras, se preguntaba donde había nacido. – Tu naciste de la inocencia de los hombres. – le dije. Pero no me escuchaba, sus lagrimas seguían cayendo y formaron primero un charco, después un río y finalmente un lago. Y allí, entre los reflejos purpúreos de la tristeza de un sueño, descanse palideciendo al evocar las flores de azahar. Su fragancia embriagadora me adormeció y volví a encontrarme con el sueño. Esta vez no lloraba, es mas, reía. Le pregunte porque no lloraba. – Porque ha nacido un niño. – me respondió. Y comprendí que había recuperado su inocencia robada al son de fanfarrias militares.

Al despertar ya no había lago, ni río, ni charco. Tan solo un árbol de flores hermosas y de un bello silencio. El único destello púrpura provenía de los pistilos de las flores que, en contraste con el pálido amarillo de sus pétalos, parecía cantar una sinfonía inaudible. Una sinfonía de alegría, de esperanza y de una belleza abrumadora, que me obligo a cerrar los ojos y soñar despierto. El suave perfume me fue meciendo hacia un mundo donde no existe el dolor y donde los hombres son, al fin, inocentes.

Pero los sueños sueños son y por eso se esconden entre paginas blancas. Paginas que alguien debe escribir para que sus cantos no se pierdan y la inocencia perdure en nuestros corazones.